miércoles, 8 de enero de 2014

ALMORCHÓN Y PICO DEL CUERVO

ALMORCHÓN (1914 m) Y PICO DEL CUERVO (1833 m)

Sierra de Segura

LA SIERRA SOBERANA

6/1/14

Las excursiones a la Sierra de Segura siempre me han producido una satisfacción personal. Es esa rutina de salir a las siete de la mañana de Murcia, de desayunar  en Barranda, o en el Moral o en Almaciles, marearnos con las interminables curvas del Puerto del Pinar y llegar, después de dos horas y pico de viaje, a Santiago de la Espada o a Pontones para hacer una excursión. Y como no, después de una  ruta de pateo de siete u ocho horas, la cerveza de rigor y su acompañamiento en el mismo Pontones, o en la Matea, o ya en Almaciles, de vuelta para Murcia.
Esta es la vida del montañero, dura pero reconfortante y por supuesto, muy agradecida. 

La subida al Almorchón me trae muy buenos recuerdos de hace ya más de diez años. Fue una de las primeras rutas que hicimos con el libro de Juan Carlos Garcia Gallego "Excursiones por el Sur de España". En aquellos tiempos no teníamos todavía el GPS por lo que utilizábamos los mapas de 1:25.000 del IGN y las excelentes indicaciones de Juan Carlos en su libro y de esas descripciones casi  novelescas como es el caso de las  "sendas ganaderas de deliciosa textura salvaje antiguo paso de acémilas" y otras más que siempre me han resultado muy clarificadoras.

El Almorchón, al fondo.


Para realizar la ruta, aparcamos el coche en la aldea de La Matea, justo antes de salir del pueblo en dirección a Don Domingo y tras pasar una pensión, en una calle con fuerte pendiente a la izquierda de la carretera. La idea es hacerla circular, variando un poco la ruta de Juan Carlos para volver por las aldeas de Los Teatinos y Los Atascaderos.
Siempre me ha resultado gracioso como se nos acercan las personas que viven en estas aldeas  cuando  nos ven aparecer. Parece como si no hablarán con nadie y estuvieran deseando que alguien nuevo llegue al pueblo para hablar. "¿Y de donde sois vosotros?", "¿Y a donde vais a ir?", "pues yo tengo familia en Murcia", y muchas más preguntas y comentarios.
- "Caballero, puedo dejar el coche aquí donde lo he puesto", le pregunto al señor ya que había aparcado el coche delante de su casa.
- "No hay problema, pero si lo aparcas enfrente mejor", me dice el señor, defendiendo su espacio vital.
Nada más salir de la calle por la parte de arriba, cogemos un carril que, paralelo al río Muso, nos llevará a una zona recreativa, para incorporarnos poco después a la carretera que va a Don Domingo. Andaremos por ella unos 300 metros para coger un carril a nuestra derecha que se introduce hacia la Majada de las Cabras.




Mientras ascendemos por la pista podemos ver a nuestra izquierda las casas encaladas de la  aldea de Los Cañuelos.



Justo al llegar a los primeros cortijos de la Majada de las Cabras, abandonamos el carril para pasar por delante de las primeras casas semiderruidas y llegar a una nave de nueva construcción. Remontaremos la ladera hacia una era y desde allí nos dirigiremos, entre la retama, hacia la derecha, para introducirnos en un pinar de repoblación y alcanzar un collado que separa el Barranco de los Aguilones del Barranco del Cuervo.


Desde el collado, remontaremos la pendiente de roca para alcanzar una senda justo donde empieza de nuevo el pinar y que se introduce, entre un esplendido bosque de encinas, al cauce del Barranco de los Aguilones. Subiremos por el eje del barranco, acompañados del agradable sonido del agua, entre chopos desnudos hasta alcanzar una toma de aguas y alguna que otra presa de contención. Supongo que en otoño este sitio tiene que alcanzar su máximo esplendor, o en primavera, cuando el tapiz verde de las hojas inunde el paisaje. Este año trae más agua de como yo lo recordaba. Andar por la ribera de cualquier arroyo es un placer para los sentidos. El tintineo del agua, la vegetación (menos los rosales), los colores, etc, saturan los sentidos.







Para dejar el barranco, tenemos que prestar atención a nuestra izquierda, según el sentido de la marcha, para localizar una pared o espolón característico. Justo en ese punto, remontaremos hacia la derecha la ladera para buscar un sendero entre el pinar que nos llevará hacia la cabecera del Barranco y donde tendremos ya las primeras vistas del Pico del Cuervo.


Pico del Cuervo.


Para alcanzar la cumbre del Pico del Cuervo, abandonaremos la senda justo al pasar la vaguada para remontar directamente sobre los tajos del Pico. Las vistas son impresionantes desde la cumbre, ya que el Pico del Cuervo aparece como un faro, en medio de la inmensidad de montañas de la Sierra de Segura y de los Campos de Hernan Perea.

Vistas hacia el oeste del Palomas (a la izquierda) y del Banderillas (a la derecha).


Vistas hacia el sur de la Sagra.


Vistas hacia el oeste de la Cuerda del Polvo y el Almorchón al fondo, hacia donde nos dirigiremos.


Bajaremos del Pico del Cuervo por el lado oeste, para bordear la cima por debajo y dirigirnos hacia una balsa con agua y la famosa pista de aterrizaje que aparece reflejada en los mapas de Alpina.


Avanzaremos por la Cuerda, para dirigirnos a un pinar de repoblación, donde, por encima de él, veremos una senda que en suave ascenso y con vistas hacia el lado de La Matea, se dirige hacia el Almorchón.


Vistas del Almorchón.


La senda llega hasta un collado donde tendremos la opción de remontar directamente la cuerda para llegar a la cresta o proseguir por la senda un poco más para ir ganando altura poco a poco hasta llegar a la cumbre. En nuestro caso, optamos por la segunda opción, ya que el fuerte viento que hacía en la cresta era muy molesto para avanzar por ella.


Cima del Almorchón, con un fuerte viento. El Yelmo está detrás de nosotros, hacia la derecha.


Para la bajada, tomaremos como referencia una gran planicie mirando hacia el sur y el barranco de los Canales situado a su derecha. Descenderemos la empinada ladera hasta alcanzar la primera linea de pinar de repoblación. La atravesaremos derivando la marcha un poco hacia la derecha para llegar hasta el cauce del barranco. Este cauce se encañona en un pequeña cerrada que podremos evitar por su lado izquierdo, para llegar cerca del Cortijo de Las Mesillas. Desde allí, volveremos a recuperar el cauce del barranco para localizar una fuente en la otra vertiente.

Vistas de la Guillimona y del Pinar de la Vidriera desde la cima del Almorchón.




Estrechamiento del barranco.


Llegando al Cortijo de las Mesillas.



Desde el Tornajo, una senda baja por el lado derecho del barranco para convertirse en una pista, la cual seguiremos justo hasta un claro giro hacia la derecha, en una zona de cata de tierras. En este punto, giraremos hacia nuestra izquierda, bajando por la ladera para buscar el cauce del Barranco de los Canales, que nos llevará, entre chopos y cortijos abandonados, hasta la aldea de los Teatinos.


Desde Los Teatinos iremos hacia la aldea de los Atascaderos para localizar una pista de tierra que nos llevará hasta La Matea.
- "Señora, hay algún camino para llegar a La Matea desde aquí". Preguntamos a un grupo de gente.
- "Por toa la verea abajo, dándole la vuelta a las casas". Nos dice la mujer, con un tono de gran seguridad, como el que lleva viviendo aquí toda la vida.
Es curiosa la quietud y la armonía de estas aldeas. Ningún ruido, ningún sonido extraño. Todo está en orden. El perro que nos ladra; el gato que nos mira como si nos perdonara la vida; las gallinas correteando libremente por la calle custodiadas por el gallo; la madera apilada bajo los aleros de las casas y por supuesto la gente. Gente mayor, no se ven jóvenes. Dura vida para todas estas personas.
El sol ya está bastante bajo, por lo que nuestras sombras alargadas parecen acariciar el horizonte. La temperatura no es baja pero entiendo que cuando el sol se esconda aquí debe de caer una buena. Pronto reinará el silencio.

Duración: seis horas.
Distancia: 18 kilómetros.
Desnivel: 875 metros.
Track: si.

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