lunes, 20 de febrero de 2017

UN RELATO CUALQUIERA


UN RELATO CUALQUIERA


Es ya tarde compañero pero te voy a contar una cosa, un relato de viejo contador de historias. De esas de brasero y mesa camilla. Recuerdo que fue en un viaje con el coche, bajando paralelo al cauce del Río Madera. Si, esta vez no es andando pero da igual. Ahora era otro tipo de viaje. Y en ese viaje, mientras conducía, me puse a recordar.

LUCES SOBRE EL SEGURA DESPUÉS DE LA TORMENTA



Era otoño; eso seguro. Lo sé porque la tarde languidecía con ese color tan típico de esta estación, esa hora bruja que tanto nos gusta cuando el sol empieza a caer en el horizonte y solo las largas sombras de todas aquellas cosas que la luz del sol proyecta parecen adueñarse del paisaje.

RIO MADERA




La carretera serpenteaba al lado del río Madera cuando llegué a la Venta Rampias. A la izquierda, una carretera sube hacia el solitario Valle de los Anchos. Cuantas veces nos habremos metido por este camino en busca de las aldeas de Prado Maguillo y los Anchos compañero; pero decidí continuar la marcha en busca del cruce del Arroyo Blanquillo y subir a sus cuatro casas que todavía quedan.
En esa cortijada recordé porque se llamaba a esa zona Arrancapechos. Me contaron que hace muchos años había un cortijo por esa zona donde vivía una familia. Se ve que era un punto de reunión donde muchos pastores llegaban por allí, pues contaban que la madre había tenido gemelos y no era raro oirla gritar "señor, señor, estos niños me van a arrancar los pechos" por el tremendo daño que le hacían continuamente cuando estaba amamantandolos.

No sabría decirte compañero si la anécdota era real o se confundían habladurías de aquí y de allá, pero resultaba curiosa y a mi me la contaron tal y como te la estoy contando a tí. Siempre pensaba que se denominaba Arrancapechos a la tremenda cuesta que hay que hacer para subir al Cerro de la Misa y la Cuerda del Mosco y que posiblemente, obligara a los lugareños a un sobreesfuerzo para poder llegar a la parte de arriba.

ALDEA DE HUELGA UTRERA



Seguí avanzando por la carretera cuando se apareció ante mi la aldea de Huelga Utrera, al otro lado del río. Aquí, según cuentan, vivió el alcalde más antiguo de España. Se ve que empezó muy de joven porque fue alcalde con todos los regímenes políticos que hubo en España en el siglo XX. Fue alcalde con Alfonso XIII, con la Dictadura de Primo de Rivera, con la Repùblica, con Franco y ya finalmente con la Democracia. Y este alcalde tenía un sueño, que le hicieran un camino para poder comunicarse con Pontones y con Santiago de la Espada. Al final lo logró, es lo que se conoce ahora como Despiernacaballos, pero para su desgracia, este camino no llegó a su pueblo sino a la Toba.
Esta historia me la contó el padre de Juani, la de Venta Ticiano que tu conoces.

Ahora el sol solo alumbraba las cumbres de las sierras que me rodeaban. Que bonitas son compañero y cuantas veces las hemos subido, La Piedra Dionisia, la Buitrera, los Poyos de la Toba. !Ah! la Toba. Que aldea tan bonita y que nacimiento de agua tan maravilloso. Nace en una cueva y pronto muere en el Segura. Debe de ser el río más corto del mundo. Nace, pasa por una aldea, y cae al río. Todo en un instante.

NACIMIENTO DEL SEGURA



Y eso, un  instante, es la vida Compañero. Ahora me acompaña el Segura, Si, nuestro río. El tuyo, el mio y el de todos. Que lejos queda el Mediterráneo. Y ahora se hace embalse, el Anchuricas, con esas aguas de color turquesa que tanto nos han enamorado.
Me contaba el padre de Juani (siento en el alma no acordarme de su nombre), que trabajo aquí en los años cincuenta del siglo pasado en la construcción del tendido eléctrico desde el Embalse del Tranco hasta aquí. Iba con los ingenieros decidiendo donde colocarían las torres del tendido eléctrico y cuanto dinero había que dar al propietario si esa torre caía justo en sus tierras. Si era terreno de cultivo cobraban más, si era de arbolado, menos, si la torre caía en medio del monte, nada de nada, aunque fuera tuyo. Es lo que había compañero. Cualquiera protestaba.

PINAR EN LA PEÑA DEL ENGARBO



La carretera avanzaba ahora entre penumbras. La oscuridad empezaba a adueñarse por lo que tuve que encender los faros del coche. Pero todavía pude contemplar unas curiosas formaciones rocosas allá en lo alto. Los dientes de la vieja en el Puntal de la Misa. Hay que echarle imaginación, pero realmente así lo parecen. Una dentadura a la que le faltan unas piezas.

LA TOBA



Y que más te puedo contar compañero; pues que llegamos a las Juntas, donde se unen el Segura y el Zumeta. Ya es casi de noche pero veo arriba como brillan las luces de la aldea de Miller. Nunca he sabido si debo darle entonación a la "i" o a la "e". Tampoco lo he preguntado. En Miller conocí a una señora. Se llamaba o llama, eso espero, Dulce Nombre. Me contó que cuando se casó, le trajeron los muebles atados en mulas desde Santiago de la Espada por aquellas veredas y caminos de Dios. Si, así fue. Eran otros tiempos. Decía que cuando una se casaba era para servir al marido. Porque toda mujer había de comprender que el marido estaba trabajando todo el día y que cuando volvía a casa, la mujer no podía discutir ni hacerlo enfadar y que estaba para servirlo a él. Uf compañero, cuanto ha cambiado la cosa.

Y el final del camino está en Venta Ticiano. Parada y fonda compañero. Si cierro los ojos, todavía me acuerdo del padre de Juani. Sentado junto a él en aquellas largas tardes de verano junto a la piscina. Tendría noventa años o así. Nació en un cortijo de la zona. No recuerdo donde me dijo. Era el pequeño de muchos hermanos y por eso se libró de hacer la mili. Me contó cosas como los Sucesos de Yeste antes de la Guerra Civil Española, la construcción de la carretera desde Las Juntas hasta la Toba, de la construcción de la Central Eléctrica de Miller, etc. De como de crío se bañaba en el río. Y de como cuando quieres cruzar un río y a medio camino miras el agua, hay un momento compañero, en donde si te fijas detenidamente, la corriente cambia de dirección. Y es ahí cuando dejas de ser tú, y pasas a ser parte del río que nos lleva.


sábado, 11 de febrero de 2017

CIRCULAR NACIMIENTO DEL RÍO SEGURA - LOS CENTENARES

Circular Nacimiento del Segura - El Miravete - Las Huelgas - Los Centenares (por el Collado Salido).

Enero 2017

"Yo no viajo para llegar a ningún sitio. Lo hago tan solo por el placer de ir". Robert L. Stevenson

Siempre que voy a algún sitio para reconocerlo, normalmente solemos resolver algún sendero que teníamos pendiente pero a cambio nos surgen nuevos caminos, nuevos senderos y nuevas veredas que te dejan la sensación de que hay que volver de nuevo y que nunca vamos a abandonar este sitio entrando así en un circulo vicioso difícil de salir.
La zona de los Centenares es para mi la más bonita de la Sierra de Segura. Aquí el tiempo se paró hace más de cincuenta años. Todos sabemos el  motivo (la creación de la Reserva Nacional de Caza obligó a que las gentes que allí vivían tuvieran que abandonar sus casas prácticamente con lo puesto). Igual esa decisión de aquel tiempo ha permitido que llegara hasta nuestros días una zona totalmente salvaje, intacta, auténtica. ¿Pero fue una decisión justa para las gentes que habían nacido allí?

ALDEA DE LOS CENTENARES


PONTONES



Aprovechando la nevada de este mes de enero, fuimos una vez más para esta zona. Quería ver todo este valle nevado pues siempre habíamos venido en el otoño o en la primavera. Quería ver esa soledad con el blanco de la nieve sobre arboles descarnados y no con los colores ocres o verdes tan espectaculares de otras épocas del año. Y quería ver una senda que hace ya unos años vimos que partía justo enfrente de las Huelgas y se colaba por todo el barranco camino del Collado Salido. Así de esta manera podíamos completar una ruta circular.

Dejamos los coches en el Nacimiento del Río Segura a una hora muy temprana. No había nadie. Son horas para montañeros. Nieve virgen. Pocas pisadas. El nacimiento se nos presenta casi seco. Solo hay un poco de agua estancada pero no sale nada. No está siendo un buen año pero espero que esta nevada poco a poco se vaya filtrando y dentro de poco resurja el nacimiento.

NACIMIENTO DEL SEGURA



Enseguida comenzamos a andar por la pista que se sube a los Campos de Hernan Perea. Seguimos unas pisadas de algún valiente que tal vez ayer o esta mañana más temprano que nosotros ya se aventuró por aquí. Hay rodadas de todoterrenos. Hemos visto cinco o seis grandes vehículos, de esos que van arrasando por donde van y que seguramente pertenecen a algún grupo de 4x4.
Pronto nos desviamos a nuestra derecha en un cruce camino del Mirador de Juan Leon.

DESVÍO AL MIRADOR DE JUAN LEON


Ahora ya no hay rodadas de ruedas pero si las pisadas de algún montañero. El día esta nublado pero no parece que vaya a nevar. El sol se hace perezoso en su afán por ganarle la batalla a las nubes. 
Es curioso. la policromía blanca que domina es perfecta, solo rota por esas huellas que enturbian ese manto blanco virginal. Mientras seguimos avanzando solo oímos nuestras pisadas y ese ruido tan típico cuando los bastones rompen la nieve y escarban en ella hasta llegar al fondo.
Pronto vamos ganando altura hasta pasar una tinada y justo a la altura de unos bellos pinos laricios que destacan sobre el horizonte, las pisadas que entonces seguíamos desaparecen junto a un vallado. Hasta aquí llegaron. Ahora somos nosotros los que tenemos que abrir huella. Me da hasta lástima romper esa belleza, como sino quisiera alterar ese manto pulcro y bello que la naturaleza ha creado.






Justo en ese vallado nos salimos del camino principal, buscando la cabecera del Arroyo de la Puerca justo a la altura de unos tornajos. Vamos avanzando al compás de las curvas de nivel, con el objeto de alcanzar la loma que separa dos vertientes tan parecidas y tan diferentes a la vez, la del Guadalquivir y la del Segura. 
Es curioso, unos metros hacia la izquierda, y esta nieve que pronto será agua, hará un largo viaje camino de Córdoba, Sevilla y el Océano Atlántico. Sin embargo, unos metros a la derecha  y esa agua irá al Mediterráneo pasando por nuestra querida Murcia.
Y como no podía ser de otra manera, justo al alcanzar esa loma divisoria se nos presenta el gigante de la Sierra de Segura, su montaña más espectacular; el Banderillas y su tan característico espolón.

EL BANDERILLAS



Hacia ya un par de años que no venía por aquí pero me encuentro un vallado que antes no estaba. No se las razones del mismo, tal vez sea para el control cinegético, tal vez para la caza; el caso es que aquí está. Intento orientarme para encontrar la bajada. Sin nieve se que ahí un hito que marca el punto exacto para descender al Miravete; incluso hay una cruz elaborada con piedras en el suelo que cuando uno va andando por la loma se topa con ella. Ahora está todo tapado. Llevo el GPS, pero siempre intento tirar de intuición y de cosas que me suenan para buscar el camino exacto. Al final doy con el sitio, no es tan difícil, se intuye por donde puede bajar un posible sendero; y para allí que vamos. 
La senda serpentea un poco al inicio pero rápidamente inicia el descenso junto a los resto de los antiguos postes de cemento que sujetaban los postes de madera que llevaban la electricidad tanto a la aldea del Miravete como a los Centenares.

ALDEA DEL MIRAVETE


La aldea del Miravete se nos presenta con poca nieve. A ella nos dirigimos. Aprovecho para echar otro vistazo a su calles olvidadas, a las puertas carcomidas, a los tejados rotos, a las paredes descompuestas, a los objetos abandonados....



Del Miravete empezamos a descender por los sucesivos bancales abandonados camino de Las Huelgas. Cruzamos el arroyo de las Espumaderas y nos dirigimos en busca de la senda a la que habíamos venido a investigar.

LAS ESPUMADERAS


LAS HUELGAS


La senda se localiza claramente. Va pegada al lado izquierdo según el sentido de la marcha. Más adelante cruza el barranco y pasa al lado derecho. Comienza a ganar altura y de repente gira hacia el sentido contrario de la marcha que yo intuía que debería llevar. Comienzan las dudas. No había encontrado ningún recorrido por esta zona para el GPS, así que íbamos un poco a la aventura. Si esta senda no nos lleva al Collado Salido deberemos de dar la vuelta y volver por donde habíamos venido. Sin embargo, falsa alarma, otro giro de la senda y de nuevo enfila hacia el collado. Parezco nuevo en esto de las sendas y veredas de Segura y Cazorla. Simplemente la senda, tan sabiamente construida por los lugareños o por los ingenieros de montes en la época de las reforestaciones, había aprovechado el terreno y las curvas de nivel y magistralmente había resuelto un contrafuerte que teníamos enfrente y lo había rodeado. 
Ahora volvemos de nuevo a pisar la nieve, por lo que la senda desaparece; sin embargo se intuye el camino. Llegamos al Collado Salido y tras una pequeña bajada llegamos a la pista que conecta la aldea de Las Canalejas con la de los Centenares. 
Giramos a la izquierda y tras un breve pateo por la pista, alcanzamos vistas a la aldea de los Centenares.

ALDEA DE LOS CENTENARES


Estamos en un otero privilegiado. La aldea de los Centenares aparece solitaria en medio de un circo montañoso que la rodea. Que duro sería vivir aquí.
Bajamos en busca de las casas mientras vemos un grupo de cabras montesas que huyen despavoridas cuando nos han visto. 


Al final llegamos a la aldea. Es mucho más grande que la del Miravete. No se cuantas familias llegaron a vivir aquí, pero tuvo que ser un lugar importante en su día. Nos acercamos al vallado que rodea la única casa que se mantiene en pie y cuyos dueños muestran con orgullo en unas palabras que aparecen escritas en un cartel diciendo que es la única casa no expropiada cuando se declaró esta zona Reserva Nacional de Caza. 
En este lugar he tenido el placer de dormir en tienda en una noche lluviosa y ventosa del mes de marzo; y de conocer en otra visita a los propietarios de esta casa los cuales muy amablemente nos informaron de los avatares de la aldea a parte de invitarnos a unas cervezas y a unos cafés y dulces.




Desde los Centenares ya iniciamos la vuelta. Ahora descenderemos en busca del Miravete para posteriormente desandar el camino de esta mañana. La vuelta se hace dura. Hay que recuperar el desnivel. En estos momentos suelo desconectar y me pongo en modo ahorro. Me encierro en mis pensamientos y mientras voy subiendo con pasos cortos pero constantes voy viendo pasar el tiempo lentamente. 
Al final alcanzamos de nuevo el vallado y pronto recuperamos la pista de esta mañana pero ahora con numerosas pisadas, no solo las nuestras. Vemos un par de jabalíes  que huyen cuando nos ven. Fina me dice que siempre van dos juntos. Uno más viejo y otro más joven. Es su comportamiento de manada. Mientras uno aporta la veterania el otro aporta la juventud. El jabalí viejo es el macareno y se hace acompañar de un jabalí más joven que es el escudero. Aquí se confunde algo de mito y leyenda, pero es bonito.
Todo el recorrido ahora aparece salpicado de muñecos de nieve. Ya se oye a lo lejos el jaleo de la gente en el nacimiento y el ruido de varios trineos. No se parece nada el Nacimiento a como lo habíamos visto esta mañana. Es el mismo sitio pero ahora se ve diferente.