sábado, 27 de mayo de 2017

CINTO DE LAS VIÑUELAS - BANDERILLAS

Cinto de las Viñuelas - Banderillas
Sierra de Segura

Mayo 2017

Realizar el Cinto de las Viñuelas es completar una excursión magnífica, sin más.
Lo tenía en mente desde hace bastante tiempo y por fin la pudimos realizar. Había leído infinidad de rutas, consultado wikiloc, preguntando por aquí y por allá...Gracias a Modesto que ya la había hecho y a Fina, nos aventuramos a disfrutar de este momento.

El Banderillas o las Banderillas, no lo sé con exactitud.
Si desde el lado de los Campos de Hernan Perea se nos presenta el Banderillas de una forma suave y dócil, por el lado del Guadalquivir se nos muestra un Banderillas salvaje, enigmático, monumental.


Para el inicio de la ruta nos dirigiremos hasta el Refugio de los Campos del Espino. Allí podremos dejar el coche, es un buen punto de referencia o si se quiere, un poco más adelante, justo en la barrera de acceso a la pista que va al Pinar Negro. 
La subida en coche desde el Nacimiento del Río Segura hasta aquí puede ser problemática para un turismo. Mejor todocamino o todoterreno y sino pues con cuidado.
Los Campos de Hernan Perea siempre me han fascinado. Estéticamente puede que no nos digan nada pero a mi me gustan; paisaje áspero, duro, abierto a los vientos, sensación de soledad. Nosotros comenzamos a andar hacia el Banderillas recortando un poco las curvas del camino de subida por diferentes trochas.
Ha llovido muy poco últimamente. Como nos había dicho un pastor, este año no ha sido bueno de nieves y lluvia. A pesar de estar en Mayo no había explotado la primavera. Se notaba el campo seco. Me parece que el verano se va a hacer muy largo por aquí.




El camino de subida hacia el Banderillas comienza a ganar altura. Ya tenemos las primeras vistas del otro lado del valle. El Castellón de los Toros, el Blanquillo, el inconfundible Yelmo, etc. Al final llegamos a un collado. Aquí la pista termina y el camino ahora se hace senda para subir al pico. Por aquí bajaremos dentro de unas cuantas horas esperemos que bien.
En el Collado, comenzamos a bajar y nos encontramos con una clara senda. Según dicen, por aquí llevaban a cazar a Franco, así que nosotros no íbamos a ser menos y nos fuimos en busca del Paso de la Soga.
Sabemos que para empezar el Cinto, tenemos que bajar mucho más, hasta bordear por abajo toda la pared que tenemos a nuestra izquierda pero decidimos echar un vistazo a ese curioso paso.


La senda se dirige hacia una línea rocosa donde aun quedan restos de la antigua vereda, ésta juguetea un poco con la pared y se cuela por una curiosa abertura donde ganamos vistas sobre la cumbre y toda la Peña Plomera. Un puesto de caza nos indica el fin del camino y si que pudiera ser que aquí estuviera Franco hace cincuenta años disparando a diestro y siniestro a todo bicho viviente. Claro, que se lo pondrían como a Fernando VII, digo yo.
Un trago de agua y deshacemos el camino. Ahora toca bajar por el mejor trazado posible. Seguimos el track que llevamos aunque no le hacemos mucho caso. Negociamos la bajada por aquí y por allá, evitando los bosquetes de boj que nos dificultan el camino e intentando sortear la pendiente de la manera más cómoda. Sabemos que nos estamos acercando al punto donde tenemos que entrar al Cinto y ahora sí echamos mano del GPS para no fallar.


Acertamos a la primera. Un hito nos lo marca y ahora si que estamos dentro. 
El Cinto de las Viñuelas es ante todo un espectáculo visual. Paredes que caen a plomo, estrechas repisas, tejos solitarios, bosques de boj, etc. Aunque a priori parece difícil, conforme vamos avanzado nos damos cuenta de que no lo es tanto.





Aunque no hace excesivo calor, se agradece ir siempre entre sombras. 
No hay perdida. La senda es evidente. Eso si, precaución. Algunas veces miro para arriba y ni siquiera mi campo de visión puede abarcar toda la magnitud de la montaña. Me alejo un poco para ver si mi cámara puede captar toda esa amplitud pero es difícil.



Algunos boj nos dificultan el avance. Menos mal que no son arbustos espinosos. Sería una auténtica carnicería. Pero poco a poco vamos avanzando. Sabemos que ya hemos pasado la vertical de la cima y que nuestro objetivo es divisar un famoso paso donde parece que la repisa acaba y que ya no podremos seguir avanzando. Recuerdo hace algunos años cuando leí el magnífico blog de Luis Rin Ran donde hacía mención a este lugar, dejándote la miel en los labios si se podía o no se podía pasar.



Al final el paso no es para tanto pero si tengo que decir que los pioneros que pasaron por aquí si que tuvieron, seguramente, la duda de pensar que aquí se acababa.
Después del paso, nos sentamos un rato para ver todo el espectáculo visual. El sol quiere asomarse ya por encima de los cortados por lo que parece que a partir de ahora si que vamos a sufrirlo. El Valle del Guadalquivir y el Tranco se nos presenta ahí abajo, en silencio. Empezamos a identificar montes, collados, casas forestales y cortijos,. Si alguien nos estuviera oyendo parecería que estuviéramos hablando en otro idioma.



Y ahora a por el Fraile del Banderillas. Punto importante ya que aquí, deberemos abandonar el sentido de la marcha y comenzar a remontar las laderas del Banderilllas en busca de la senda que nos llevará a la cima.


Ya queda poco. Sabemos que estamos terminando el Cinto. Al fondo ya vemos el Fraile y sabemos que tenemos que dejar el camino. Ese camino que nos llevaría a otro no menos famoso cinto, el de las Higueras y, a tal vez, uno de los pasos más espectaculares de la Sierra de Segura, el Tranco del Perro.


Paramos prácticamente bajo el Fraile del Banderillas a comer. Nos queda un duro repecho monte a través para ir ganando altura y recortar la senda que nos llevará a la cima. A mi se me hizo un poco pesada esta parte. Deberíamos haber parado a comer en la cumbre, no antes. El sol justo en la vertical, nada de viento, terreno un tanto penoso pero no queda otra. Al final llegamos a linea somital de la cuerda y por fin un poco de aire nos ayuda a atemperar nuestros sudorosos cuerpos. Ya vemos las casetas de las cumbres, inconfundibles. 


Unos minutos de recreo y continuamos.
Nos queda bajar toda la senda hasta el collado donde esta mañana hemos iniciado el Cinto. Un último vistazo, alguna que otra reflexión, nuevas aventuras en ciernes, tal vez el Cinto de las Guitarras, tal vez la cerrada de Parrate o la de Cubero, o tal vez las Grajas. Nos quedan tantos sitios por descubrir.


Nos ponemos ahora en modo ahorro y desandamos la pista de esta mañana en busca del coche. Ya no hace el frío de primera hora, parece que hasta los Campos se han recalentado. Un rebaño de ovejas avanza justo al lado nuestro levantando una polvareda más típica de nuestros resecos campos murcianos que de aquí.
Nos queda solo el último placer del día, la cerveza. Decidimos parar en el Restaurante Ruta del Segura. Yo soy un fan de la clara (cerveza más fanta limón). Nunca me la tomaría en casa o si estoy de bares pero es que en la montaña es lo que mejor entra.