domingo, 15 de octubre de 2017

CALAR DE LA CABEZA DE LA MORA

Calar de la Cabeza de la Mora desde Parolix por el Arroyo de la Espinea

Octubre de 2017.

Esto del cambio climático parece que va en serio. Ya llevamos unos años donde se ha impuesto una nueva estación el "veroño", es decir, una prolongación del verano hacia el otoño que cubre los meses de octubre y noviembre y donde parece que no hemos salido de la eterna canícula.
Parece increíble que hace tan solo cuatro o cinco años alcanzáramos los registros de precipitación más espectaculares que se recuerdan en la cuenca del Segura (os acordareis de que incluso en el Embalse de la Fuensanta el agua llegó a alcanzar la cota de los aliviaderos) para llegar al punto de que actualmente estamos sumergidos en una sequía que dura ya dos años, donde ese mismo Embalse de la Fuensanta está totalmente seco y donde el nacimiento del Segura también se ha secado; cosa que no pasaba desde la década de los noventa.
Así con todo, decidimos hacer esta espectacular ruta sabiendo que nos encontraríamos un monte con la vegetación totalmente agostada y con muy poca agua. Con alguna que otra reseña sacada de wikiloc y con la lectura de la web Montañas del Sur iniciamos este recorrido.

La ruta parte desde la Aldea de Parolix. Este es el último pueblo de Albacete, justo en la frontera con Jaen y donde el propio cauce del arroyo de la Espinea es el que sirve de línea divisoria imaginaria; como si a las cabras y a los serranos le importara mucho eso.

Curiosas paredes nos acompañan al inicio de la ruta


Cruzaremos el puente sobre el Arroyo de la Espinea para introducirnos en un carril a nuestra derecha por el propio cauce del Arroyo de la Espinea. Al poco tiempo, veremos a nuestra izquierda una fuente con un grifo y una vereda que allí termina y que será el punto por el que regresaremos a la vuelta.
El camino pronto termina y pasa a ser un difuso sendero que va picando hacia arriba, ganando poco a poco altura sobre el Arroyo de la Espinea que todavía lleva un exiguo caudal.
El avance por este tipo de terreno es complicado ya que la maleza y los arbustos dificultan el paso teniendo que utilizar los bastones o las manos para ir quebrando ramas secas, zarzales y demás familia.

Seguiremos avanzado, siguiendo unas tiras rojas de tela que alguien ha colocado para balizar el recorrido en esta parte hasta alcanzar una pista, también devorada por la maleza que nos llevarás hasta el fotogénico Cortijo de Hoyo Seco, situado en un espolón sobre el propio Arroyo de la Espinea.




Justo enfrente de este cortijo veremos en la otra vertiente los restos del Cortijo de los Centenarejos, la pista que sube a los prados de Juan Ruiz y detrás de todo esto la imponente mole del Calar de la Sima.

Si nos fijamos hacia arriba, en el Arroyo de la Espinea, observaremos unos paredones que parecen cortar el paso de la dirección que llevamos. Hacia allí nos dirigiremos, primero por un camino entre imponentes encinas centenarias para luego pasar a ser un sendero difícil de seguir por la maleza que nos llevará a dichas paredes. Ahora descenderemos un poco para colarnos hacia nuestra izquierda por una espectacular repisa colgada sobre el arroyo. Es posiblemente la parte más espectacular del recorrido.

Lo que llevamos recorrido del arroyo de la Espinea.


Entrada a la repisa






Esa es la repisa por la que hemos pasado. Aunque parezca mentira hay paso.


Los pasos no son difíciles pero hay que extremar la precaución, sobre todo si lo cruzáramos con terreno mojado, con hielo o nieve.
Nada más salir de la cerrada, el valle se abre teniendo justo enfrente de nosotros los llamados Huecos de Bañares que nos llevarían a la cuenca alta del río Tus y el paso hacia la zona de Siles.
Giraremos ahora hacia nuestra izquierda remontando los terrenos de labor para llegar ahora al Cortijo de los Lagunillos (según mapa Alpina); el cortijo de la Espinea quedaría más abajo, en el cauce del arroyo.

Puntal de la Espinea detrás de los chopos.



Cortijo de los Lagunillas



Comienza ahora un tramo de ascenso bastante duro. Nos dirigiremos hacia las paredes que conforman el Loma Rasa para buscar primero un senderillo que sube pegado prácticamente a las paredes para luego transformarse en una vieja vereda que nos depositará en el Portillo de la Espinea.

Al fondo,los Huecos de Bañares camino del Portillo de la Espinea.


En este punto, y viendo lo que nos quedaba, el calor que hacia y la ausencia de viento, comenzamos a percatarnos de lo duro que sería la vuelta. En plenas horas centrales del día, el sol nos castigaba furiosamente por lo que solo quedaba colocarse en modo ahorro y seguir avanzando con paciencia camino del Calar.

Puntal de la Espinea


Desde el Collado ya divisamos la impresionante mole del Puntal de la Espinea, y toda el camino de vuelta; recorrido por el Calar de norte a sur, bajada al collado y luego buscar sendas y pistas para volver a Parolix.

Camino del vértice geodésico en Las Majaicas 1.646 metros.


El recorrido por el Calar es fácil. Pasaremos por una cota coronada con una cruz de hierro para luego dirigirnos sin perder ni ganar altura hasta el pico situado en el lado sur del calar. 
Las vistas son innumerables. Podríamos enumerar multitud de montañas y cimas pero me quedo con todo el bloque del Calar del Cobo con su Puntal de la Misa, el Calar del Espino, el Mentiras, el Puntal de Rodas, la Molata de los Almendros y el Cerro de Miller.

Inicio de la bajada en busca del Collado de la Cabeza de la Mora.



Para la bajada, avanzaremos por toda la arista en dirección este para buscar el Collado de la Cabeza de la Mora, donde tomaremos una pista primero para luego coger algunas trochas y senderos semiperdidos entre terrenos que parecen ser que se quemaron hace ya años y que nos situarán en una nueva pista rodeados de madroños que nos llevará al Cortijo de Besiges. 
Aunque parezca que a partir de aquí ya solo nos restará seguir bajando por pista, nada más lejos de la realidad. Estamos sobre el Arroyo de la Cabeza de la Mora y todavía tenemos que pasar otro valle, el del Arroyo de los Asperones para llegar definitivamente al de la Espinea.
Abandonaremos la pista por una senda que corona un collado y que baja al nuevo valle, el de los Asperones. Ahora estamos rodeados de olivares. Y como nos ha pasado en el caso anterior, volveremos a abandonar la pista para coger otro sendero semiperdido que corona un nuevo collado, pasando por algún que otro campo de olivos para situarnos, ahora si, sobre el valle del Arroyo de la Espinea.
Una tranquila bajada por pista pensando en las cervezas que nos íbamos a tomar nos llevará de nuevo al punto de inicio justo al lado de la fuente que habíamos comentado.

sábado, 27 de mayo de 2017

CINTO DE LAS VIÑUELAS - BANDERILLAS

Cinto de las Viñuelas - Banderillas
Sierra de Segura

Mayo 2017

Realizar el Cinto de las Viñuelas es completar una excursión magnífica, sin más.
Lo tenía en mente desde hace bastante tiempo y por fin la pudimos realizar. Había leído infinidad de rutas, consultado wikiloc, preguntando por aquí y por allá...Gracias a Modesto que ya la había hecho y a Fina, nos aventuramos a disfrutar de este momento.

El Banderillas o las Banderillas, no lo sé con exactitud.
Si desde el lado de los Campos de Hernan Perea se nos presenta el Banderillas de una forma suave y dócil, por el lado del Guadalquivir se nos muestra un Banderillas salvaje, enigmático, monumental.


Para el inicio de la ruta nos dirigiremos hasta el Refugio de los Campos del Espino. Allí podremos dejar el coche, es un buen punto de referencia o si se quiere, un poco más adelante, justo en la barrera de acceso a la pista que va al Pinar Negro. 
La subida en coche desde el Nacimiento del Río Segura hasta aquí puede ser problemática para un turismo. Mejor todocamino o todoterreno y sino pues con cuidado.
Los Campos de Hernan Perea siempre me han fascinado. Estéticamente puede que no nos digan nada pero a mi me gustan; paisaje áspero, duro, abierto a los vientos, sensación de soledad. Nosotros comenzamos a andar hacia el Banderillas recortando un poco las curvas del camino de subida por diferentes trochas.
Ha llovido muy poco últimamente. Como nos había dicho un pastor, este año no ha sido bueno de nieves y lluvia. A pesar de estar en Mayo no había explotado la primavera. Se notaba el campo seco. Me parece que el verano se va a hacer muy largo por aquí.




El camino de subida hacia el Banderillas comienza a ganar altura. Ya tenemos las primeras vistas del otro lado del valle. El Castellón de los Toros, el Blanquillo, el inconfundible Yelmo, etc. Al final llegamos a un collado. Aquí la pista termina y el camino ahora se hace senda para subir al pico. Por aquí bajaremos dentro de unas cuantas horas esperemos que bien.
En el Collado, comenzamos a bajar y nos encontramos con una clara senda. Según dicen, por aquí llevaban a cazar a Franco, así que nosotros no íbamos a ser menos y nos fuimos en busca del Paso de la Soga.
Sabemos que para empezar el Cinto, tenemos que bajar mucho más, hasta bordear por abajo toda la pared que tenemos a nuestra izquierda pero decidimos echar un vistazo a ese curioso paso.


La senda se dirige hacia una línea rocosa donde aun quedan restos de la antigua vereda, ésta juguetea un poco con la pared y se cuela por una curiosa abertura donde ganamos vistas sobre la cumbre y toda la Peña Plomera. Un puesto de caza nos indica el fin del camino y si que pudiera ser que aquí estuviera Franco hace cincuenta años disparando a diestro y siniestro a todo bicho viviente. Claro, que se lo pondrían como a Fernando VII, digo yo.
Un trago de agua y deshacemos el camino. Ahora toca bajar por el mejor trazado posible. Seguimos el track que llevamos aunque no le hacemos mucho caso. Negociamos la bajada por aquí y por allá, evitando los bosquetes de boj que nos dificultan el camino e intentando sortear la pendiente de la manera más cómoda. Sabemos que nos estamos acercando al punto donde tenemos que entrar al Cinto y ahora sí echamos mano del GPS para no fallar.


Acertamos a la primera. Un hito nos lo marca y ahora si que estamos dentro. 
El Cinto de las Viñuelas es ante todo un espectáculo visual. Paredes que caen a plomo, estrechas repisas, tejos solitarios, bosques de boj, etc. Aunque a priori parece difícil, conforme vamos avanzado nos damos cuenta de que no lo es tanto.





Aunque no hace excesivo calor, se agradece ir siempre entre sombras. 
No hay perdida. La senda es evidente. Eso si, precaución. Algunas veces miro para arriba y ni siquiera mi campo de visión puede abarcar toda la magnitud de la montaña. Me alejo un poco para ver si mi cámara puede captar toda esa amplitud pero es difícil.



Algunos boj nos dificultan el avance. Menos mal que no son arbustos espinosos. Sería una auténtica carnicería. Pero poco a poco vamos avanzando. Sabemos que ya hemos pasado la vertical de la cima y que nuestro objetivo es divisar un famoso paso donde parece que la repisa acaba y que ya no podremos seguir avanzando. Recuerdo hace algunos años cuando leí el magnífico blog de Luis Rin Ran donde hacía mención a este lugar, dejándote la miel en los labios si se podía o no se podía pasar.



Al final el paso no es para tanto pero si tengo que decir que los pioneros que pasaron por aquí si que tuvieron, seguramente, la duda de pensar que aquí se acababa.
Después del paso, nos sentamos un rato para ver todo el espectáculo visual. El sol quiere asomarse ya por encima de los cortados por lo que parece que a partir de ahora si que vamos a sufrirlo. El Valle del Guadalquivir y el Tranco se nos presenta ahí abajo, en silencio. Empezamos a identificar montes, collados, casas forestales y cortijos,. Si alguien nos estuviera oyendo parecería que estuviéramos hablando en otro idioma.



Y ahora a por el Fraile del Banderillas. Punto importante ya que aquí, deberemos abandonar el sentido de la marcha y comenzar a remontar las laderas del Banderilllas en busca de la senda que nos llevará a la cima.


Ya queda poco. Sabemos que estamos terminando el Cinto. Al fondo ya vemos el Fraile y sabemos que tenemos que dejar el camino. Ese camino que nos llevaría a otro no menos famoso cinto, el de las Higueras y, a tal vez, uno de los pasos más espectaculares de la Sierra de Segura, el Tranco del Perro.


Paramos prácticamente bajo el Fraile del Banderillas a comer. Nos queda un duro repecho monte a través para ir ganando altura y recortar la senda que nos llevará a la cima. A mi se me hizo un poco pesada esta parte. Deberíamos haber parado a comer en la cumbre, no antes. El sol justo en la vertical, nada de viento, terreno un tanto penoso pero no queda otra. Al final llegamos a linea somital de la cuerda y por fin un poco de aire nos ayuda a atemperar nuestros sudorosos cuerpos. Ya vemos las casetas de las cumbres, inconfundibles. 


Unos minutos de recreo y continuamos.
Nos queda bajar toda la senda hasta el collado donde esta mañana hemos iniciado el Cinto. Un último vistazo, alguna que otra reflexión, nuevas aventuras en ciernes, tal vez el Cinto de las Guitarras, tal vez la cerrada de Parrate o la de Cubero, o tal vez las Grajas. Nos quedan tantos sitios por descubrir.


Nos ponemos ahora en modo ahorro y desandamos la pista de esta mañana en busca del coche. Ya no hace el frío de primera hora, parece que hasta los Campos se han recalentado. Un rebaño de ovejas avanza justo al lado nuestro levantando una polvareda más típica de nuestros resecos campos murcianos que de aquí.
Nos queda solo el último placer del día, la cerveza. Decidimos parar en el Restaurante Ruta del Segura. Yo soy un fan de la clara (cerveza más fanta limón). Nunca me la tomaría en casa o si estoy de bares pero es que en la montaña es lo que mejor entra.

lunes, 20 de febrero de 2017

UN RELATO CUALQUIERA


UN RELATO CUALQUIERA


Es ya tarde compañero pero te voy a contar una cosa, un relato de viejo contador de historias. De esas de brasero y mesa camilla. Recuerdo que fue en un viaje con el coche, bajando paralelo al cauce del Río Madera. Si, esta vez no es andando pero da igual. Ahora era otro tipo de viaje. Y en ese viaje, mientras conducía, me puse a recordar.

LUCES SOBRE EL SEGURA DESPUÉS DE LA TORMENTA



Era otoño; eso seguro. Lo sé porque la tarde languidecía con ese color tan típico de esta estación, esa hora bruja que tanto nos gusta cuando el sol empieza a caer en el horizonte y solo las largas sombras de todas aquellas cosas que la luz del sol proyecta parecen adueñarse del paisaje.

RIO MADERA




La carretera serpenteaba al lado del río Madera cuando llegué a la Venta Rampias. A la izquierda, una carretera sube hacia el solitario Valle de los Anchos. Cuantas veces nos habremos metido por este camino en busca de las aldeas de Prado Maguillo y los Anchos compañero; pero decidí continuar la marcha en busca del cruce del Arroyo Blanquillo y subir a sus cuatro casas que todavía quedan.
En esa cortijada recordé porque se llamaba a esa zona Arrancapechos. Me contaron que hace muchos años había un cortijo por esa zona donde vivía una familia. Se ve que era un punto de reunión donde muchos pastores llegaban por allí, pues contaban que la madre había tenido gemelos y no era raro oirla gritar "señor, señor, estos niños me van a arrancar los pechos" por el tremendo daño que le hacían continuamente cuando estaba amamantandolos.

No sabría decirte compañero si la anécdota era real o se confundían habladurías de aquí y de allá, pero resultaba curiosa y a mi me la contaron tal y como te la estoy contando a tí. Siempre pensaba que se denominaba Arrancapechos a la tremenda cuesta que hay que hacer para subir al Cerro de la Misa y la Cuerda del Mosco y que posiblemente, obligara a los lugareños a un sobreesfuerzo para poder llegar a la parte de arriba.

ALDEA DE HUELGA UTRERA



Seguí avanzando por la carretera cuando se apareció ante mi la aldea de Huelga Utrera, al otro lado del río. Aquí, según cuentan, vivió el alcalde más antiguo de España. Se ve que empezó muy de joven porque fue alcalde con todos los regímenes políticos que hubo en España en el siglo XX. Fue alcalde con Alfonso XIII, con la Dictadura de Primo de Rivera, con la Repùblica, con Franco y ya finalmente con la Democracia. Y este alcalde tenía un sueño, que le hicieran un camino para poder comunicarse con Pontones y con Santiago de la Espada. Al final lo logró, es lo que se conoce ahora como Despiernacaballos, pero para su desgracia, este camino no llegó a su pueblo sino a la Toba.
Esta historia me la contó el padre de Juani, la de Venta Ticiano que tu conoces.

Ahora el sol solo alumbraba las cumbres de las sierras que me rodeaban. Que bonitas son compañero y cuantas veces las hemos subido, La Piedra Dionisia, la Buitrera, los Poyos de la Toba. !Ah! la Toba. Que aldea tan bonita y que nacimiento de agua tan maravilloso. Nace en una cueva y pronto muere en el Segura. Debe de ser el río más corto del mundo. Nace, pasa por una aldea, y cae al río. Todo en un instante.

NACIMIENTO DEL SEGURA



Y eso, un  instante, es la vida Compañero. Ahora me acompaña el Segura, Si, nuestro río. El tuyo, el mio y el de todos. Que lejos queda el Mediterráneo. Y ahora se hace embalse, el Anchuricas, con esas aguas de color turquesa que tanto nos han enamorado.
Me contaba el padre de Juani (siento en el alma no acordarme de su nombre), que trabajo aquí en los años cincuenta del siglo pasado en la construcción del tendido eléctrico desde el Embalse del Tranco hasta aquí. Iba con los ingenieros decidiendo donde colocarían las torres del tendido eléctrico y cuanto dinero había que dar al propietario si esa torre caía justo en sus tierras. Si era terreno de cultivo cobraban más, si era de arbolado, menos, si la torre caía en medio del monte, nada de nada, aunque fuera tuyo. Es lo que había compañero. Cualquiera protestaba.

PINAR EN LA PEÑA DEL ENGARBO



La carretera avanzaba ahora entre penumbras. La oscuridad empezaba a adueñarse por lo que tuve que encender los faros del coche. Pero todavía pude contemplar unas curiosas formaciones rocosas allá en lo alto. Los dientes de la vieja en el Puntal de la Misa. Hay que echarle imaginación, pero realmente así lo parecen. Una dentadura a la que le faltan unas piezas.

LA TOBA



Y que más te puedo contar compañero; pues que llegamos a las Juntas, donde se unen el Segura y el Zumeta. Ya es casi de noche pero veo arriba como brillan las luces de la aldea de Miller. Nunca he sabido si debo darle entonación a la "i" o a la "e". Tampoco lo he preguntado. En Miller conocí a una señora. Se llamaba o llama, eso espero, Dulce Nombre. Me contó que cuando se casó, le trajeron los muebles atados en mulas desde Santiago de la Espada por aquellas veredas y caminos de Dios. Si, así fue. Eran otros tiempos. Decía que cuando una se casaba era para servir al marido. Porque toda mujer había de comprender que el marido estaba trabajando todo el día y que cuando volvía a casa, la mujer no podía discutir ni hacerlo enfadar y que estaba para servirlo a él. Uf compañero, cuanto ha cambiado la cosa.

Y el final del camino está en Venta Ticiano. Parada y fonda compañero. Si cierro los ojos, todavía me acuerdo del padre de Juani. Sentado junto a él en aquellas largas tardes de verano junto a la piscina. Tendría noventa años o así. Nació en un cortijo de la zona. No recuerdo donde me dijo. Era el pequeño de muchos hermanos y por eso se libró de hacer la mili. Me contó cosas como los Sucesos de Yeste antes de la Guerra Civil Española, la construcción de la carretera desde Las Juntas hasta la Toba, de la construcción de la Central Eléctrica de Miller, etc. De como de crío se bañaba en el río. Y de como cuando quieres cruzar un río y a medio camino miras el agua, hay un momento compañero, en donde si te fijas detenidamente, la corriente cambia de dirección. Y es ahí cuando dejas de ser tú, y pasas a ser parte del río que nos lleva.


sábado, 11 de febrero de 2017

CIRCULAR NACIMIENTO DEL RÍO SEGURA - LOS CENTENARES

Circular Nacimiento del Segura - El Miravete - Las Huelgas - Los Centenares (por el Collado Salido).

Enero 2017

"Yo no viajo para llegar a ningún sitio. Lo hago tan solo por el placer de ir". Robert L. Stevenson

Siempre que voy a algún sitio para reconocerlo, normalmente solemos resolver algún sendero que teníamos pendiente pero a cambio nos surgen nuevos caminos, nuevos senderos y nuevas veredas que te dejan la sensación de que hay que volver de nuevo y que nunca vamos a abandonar este sitio entrando así en un circulo vicioso difícil de salir.
La zona de los Centenares es para mi la más bonita de la Sierra de Segura. Aquí el tiempo se paró hace más de cincuenta años. Todos sabemos el  motivo (la creación de la Reserva Nacional de Caza obligó a que las gentes que allí vivían tuvieran que abandonar sus casas prácticamente con lo puesto). Igual esa decisión de aquel tiempo ha permitido que llegara hasta nuestros días una zona totalmente salvaje, intacta, auténtica. ¿Pero fue una decisión justa para las gentes que habían nacido allí?

ALDEA DE LOS CENTENARES


PONTONES



Aprovechando la nevada de este mes de enero, fuimos una vez más para esta zona. Quería ver todo este valle nevado pues siempre habíamos venido en el otoño o en la primavera. Quería ver esa soledad con el blanco de la nieve sobre arboles descarnados y no con los colores ocres o verdes tan espectaculares de otras épocas del año. Y quería ver una senda que hace ya unos años vimos que partía justo enfrente de las Huelgas y se colaba por todo el barranco camino del Collado Salido. Así de esta manera podíamos completar una ruta circular.

Dejamos los coches en el Nacimiento del Río Segura a una hora muy temprana. No había nadie. Son horas para montañeros. Nieve virgen. Pocas pisadas. El nacimiento se nos presenta casi seco. Solo hay un poco de agua estancada pero no sale nada. No está siendo un buen año pero espero que esta nevada poco a poco se vaya filtrando y dentro de poco resurja el nacimiento.

NACIMIENTO DEL SEGURA



Enseguida comenzamos a andar por la pista que se sube a los Campos de Hernan Perea. Seguimos unas pisadas de algún valiente que tal vez ayer o esta mañana más temprano que nosotros ya se aventuró por aquí. Hay rodadas de todoterrenos. Hemos visto cinco o seis grandes vehículos, de esos que van arrasando por donde van y que seguramente pertenecen a algún grupo de 4x4.
Pronto nos desviamos a nuestra derecha en un cruce camino del Mirador de Juan Leon.

DESVÍO AL MIRADOR DE JUAN LEON


Ahora ya no hay rodadas de ruedas pero si las pisadas de algún montañero. El día esta nublado pero no parece que vaya a nevar. El sol se hace perezoso en su afán por ganarle la batalla a las nubes. 
Es curioso. la policromía blanca que domina es perfecta, solo rota por esas huellas que enturbian ese manto blanco virginal. Mientras seguimos avanzando solo oímos nuestras pisadas y ese ruido tan típico cuando los bastones rompen la nieve y escarban en ella hasta llegar al fondo.
Pronto vamos ganando altura hasta pasar una tinada y justo a la altura de unos bellos pinos laricios que destacan sobre el horizonte, las pisadas que entonces seguíamos desaparecen junto a un vallado. Hasta aquí llegaron. Ahora somos nosotros los que tenemos que abrir huella. Me da hasta lástima romper esa belleza, como sino quisiera alterar ese manto pulcro y bello que la naturaleza ha creado.






Justo en ese vallado nos salimos del camino principal, buscando la cabecera del Arroyo de la Puerca justo a la altura de unos tornajos. Vamos avanzando al compás de las curvas de nivel, con el objeto de alcanzar la loma que separa dos vertientes tan parecidas y tan diferentes a la vez, la del Guadalquivir y la del Segura. 
Es curioso, unos metros hacia la izquierda, y esta nieve que pronto será agua, hará un largo viaje camino de Córdoba, Sevilla y el Océano Atlántico. Sin embargo, unos metros a la derecha  y esa agua irá al Mediterráneo pasando por nuestra querida Murcia.
Y como no podía ser de otra manera, justo al alcanzar esa loma divisoria se nos presenta el gigante de la Sierra de Segura, su montaña más espectacular; el Banderillas y su tan característico espolón.

EL BANDERILLAS



Hacia ya un par de años que no venía por aquí pero me encuentro un vallado que antes no estaba. No se las razones del mismo, tal vez sea para el control cinegético, tal vez para la caza; el caso es que aquí está. Intento orientarme para encontrar la bajada. Sin nieve se que ahí un hito que marca el punto exacto para descender al Miravete; incluso hay una cruz elaborada con piedras en el suelo que cuando uno va andando por la loma se topa con ella. Ahora está todo tapado. Llevo el GPS, pero siempre intento tirar de intuición y de cosas que me suenan para buscar el camino exacto. Al final doy con el sitio, no es tan difícil, se intuye por donde puede bajar un posible sendero; y para allí que vamos. 
La senda serpentea un poco al inicio pero rápidamente inicia el descenso junto a los resto de los antiguos postes de cemento que sujetaban los postes de madera que llevaban la electricidad tanto a la aldea del Miravete como a los Centenares.

ALDEA DEL MIRAVETE


La aldea del Miravete se nos presenta con poca nieve. A ella nos dirigimos. Aprovecho para echar otro vistazo a su calles olvidadas, a las puertas carcomidas, a los tejados rotos, a las paredes descompuestas, a los objetos abandonados....



Del Miravete empezamos a descender por los sucesivos bancales abandonados camino de Las Huelgas. Cruzamos el arroyo de las Espumaderas y nos dirigimos en busca de la senda a la que habíamos venido a investigar.

LAS ESPUMADERAS


LAS HUELGAS


La senda se localiza claramente. Va pegada al lado izquierdo según el sentido de la marcha. Más adelante cruza el barranco y pasa al lado derecho. Comienza a ganar altura y de repente gira hacia el sentido contrario de la marcha que yo intuía que debería llevar. Comienzan las dudas. No había encontrado ningún recorrido por esta zona para el GPS, así que íbamos un poco a la aventura. Si esta senda no nos lleva al Collado Salido deberemos de dar la vuelta y volver por donde habíamos venido. Sin embargo, falsa alarma, otro giro de la senda y de nuevo enfila hacia el collado. Parezco nuevo en esto de las sendas y veredas de Segura y Cazorla. Simplemente la senda, tan sabiamente construida por los lugareños o por los ingenieros de montes en la época de las reforestaciones, había aprovechado el terreno y las curvas de nivel y magistralmente había resuelto un contrafuerte que teníamos enfrente y lo había rodeado. 
Ahora volvemos de nuevo a pisar la nieve, por lo que la senda desaparece; sin embargo se intuye el camino. Llegamos al Collado Salido y tras una pequeña bajada llegamos a la pista que conecta la aldea de Las Canalejas con la de los Centenares. 
Giramos a la izquierda y tras un breve pateo por la pista, alcanzamos vistas a la aldea de los Centenares.

ALDEA DE LOS CENTENARES


Estamos en un otero privilegiado. La aldea de los Centenares aparece solitaria en medio de un circo montañoso que la rodea. Que duro sería vivir aquí.
Bajamos en busca de las casas mientras vemos un grupo de cabras montesas que huyen despavoridas cuando nos han visto. 


Al final llegamos a la aldea. Es mucho más grande que la del Miravete. No se cuantas familias llegaron a vivir aquí, pero tuvo que ser un lugar importante en su día. Nos acercamos al vallado que rodea la única casa que se mantiene en pie y cuyos dueños muestran con orgullo en unas palabras que aparecen escritas en un cartel diciendo que es la única casa no expropiada cuando se declaró esta zona Reserva Nacional de Caza. 
En este lugar he tenido el placer de dormir en tienda en una noche lluviosa y ventosa del mes de marzo; y de conocer en otra visita a los propietarios de esta casa los cuales muy amablemente nos informaron de los avatares de la aldea a parte de invitarnos a unas cervezas y a unos cafés y dulces.




Desde los Centenares ya iniciamos la vuelta. Ahora descenderemos en busca del Miravete para posteriormente desandar el camino de esta mañana. La vuelta se hace dura. Hay que recuperar el desnivel. En estos momentos suelo desconectar y me pongo en modo ahorro. Me encierro en mis pensamientos y mientras voy subiendo con pasos cortos pero constantes voy viendo pasar el tiempo lentamente. 
Al final alcanzamos de nuevo el vallado y pronto recuperamos la pista de esta mañana pero ahora con numerosas pisadas, no solo las nuestras. Vemos un par de jabalíes  que huyen cuando nos ven. Fina me dice que siempre van dos juntos. Uno más viejo y otro más joven. Es su comportamiento de manada. Mientras uno aporta la veterania el otro aporta la juventud. El jabalí viejo es el macareno y se hace acompañar de un jabalí más joven que es el escudero. Aquí se confunde algo de mito y leyenda, pero es bonito.
Todo el recorrido ahora aparece salpicado de muñecos de nieve. Ya se oye a lo lejos el jaleo de la gente en el nacimiento y el ruido de varios trineos. No se parece nada el Nacimiento a como lo habíamos visto esta mañana. Es el mismo sitio pero ahora se ve diferente.