sábado, 15 de diciembre de 2018

VALLE DE BENASQUE - PIRINEOS

Valle de Benasque - Pirineos 2018

Este verano de 2018 en Pirineos ha sido un verano atípico. Y digo lo de atípico por el clima. Temperaturas en general frías, casi todos los días con lluvia, sobre todo por la tarde y mucha nieve en las cumbres. Los paisajes asemejaban más a los meses de finales de la primavera que al mes de agosto.
El Valle de Benasque me trae recuerdos imborrables. Mi dos primeros tresmiles del Pirineo los hice aquí. Allá por el año 2.000 subí por primera vez el Aneto y el Posets. Soy por lo tanto, y ahora que está tan de moda esa palabra, un Millenial del Pirineo. Voy con el siglo.

EL PICO RUSSELL A LA DERECHA; EN EL CENTRO EL MARGALIDA. LA FOTO ESTÁ TOMADA DESDE EL TEMPESTADES.


PALA FINAL DE NIEVE PARA ACCEDER AL TEMPESTADES


CAOS DE BLOQUES QUE ANTECEDE A LA CIMA DEL TEMPESTADES


LLEGANDO A LA CIMA



Elegimos este año cumbres de menos renombre que las conocidas como el Aneto, el Postets o el Perdiguero pero no menos espectaculares ni comprometidas.

CRESTA RABADA - NAVARRO DIRECCIÓN AL MAUPAS. FOTO DESDE LA CUMBRE DEL TUSSE DE REMUÑE


BAJANDO EL TUSSE DE REMUÑE HACIA EL IBON BLANCO DE LLITEROLA BAJO LAS PAREDES DEL PERDIGUERO


El Valle de Remuñe presentaba este año un ambiente espectacular. Nos dijeron que es el sitio donde mejor aguanta la nieve en verano incluso por encima del Aneto o del Posets.

ASCENDIENDO EL VALLE DE REMUÑE



RÍOS DESBOCADOS


SORTEANDO NEVEROS


PALAS DE INCLINADAS DE NIEVE


AMBIENTAZO


Y POR FIN LA CUMBRE


Y no solo de tres miles se vive en el Pirineo. Los dos miles también valen y mucho.
En este caso el conocido Pico Salbaguardia, fronterizo con Francia y que cobija en uno de sus collados el Portillón de Benasque, paso obligado entre los dos países  hace muchos años; antiguos caminos de maquis y de contrabandistas, de ganaderos y de caminantes....

PICO DE LA MINA Y DEBAJO EL PORTILLÓN DE BENASQUE SUBIENDO AL SALBAGUARDIA.


CAMINOS QUE CONDUCEN A ESTO...



EL REY DEL PIRINEO, EL ANETO Y SU GLACIAR


DA IGUAL DONDE MIRES


Y otro dos mil; tal vez menos conocido que el Pico Salbaguardia. El Pico Sacroux, también fronterizo con Francia y que también ostentó un famoso paso con Francia, el Puerto de la Glera, utilizado incluso antes que el Portillón de Benasque.

PUERTO DE LA GLERA


NUBES DE RETENCIÓN EN EL LADO FRANCÉS


O SI NOS PONEMOS A IMAGINAR, UN VOLCÁN



TÍPICO PAISAJE PIRENAICO. IBÓN DE GORGUTES Y LAS MALADETAS.


NOS GUSTAN LAS CRESTAS


Y AL FINAL LA CUMBRE


Y a parte de las cumbres también se pueden hacer otras muchas cosas...


IBON DE BATISIELLES Y AGUJA PERRAMO


REFUGIO DE ESTÓS


OTROS CAMINOS QUE CONDUCEN A ALGÚN LUGAR


A RÍOS DESBOCADOS. RÍO ESTOS


A COLLADOS. COLL DEL TORO


A PUENTES QUE SALVAN ARROYOS


A CASCADAS QUE BAJAN DESDE EL ANETO


A ZONAS DE TURBERAS


Y A NUBES DESPARRAMADAS


viernes, 7 de diciembre de 2018

CUANDO LA SIERRA HERVÍA DE GENTE

CUANDO LA SIERRA HERVÍA DE GENTE......

historias del pastor de la Espinea

"Y contaban los viejos que en la cueva que hay un poco antes de llegar al collado del Cabeza de la Mora se encontraron "cosas", tesoros de los moros decían algunos o de más antiguo quizás. El caso es que una vez vinieron unas personas hace muchos años y se llevaron esas cosas. Estuvieron excavando, sacando tierra, echando fotos y se fueron. De niño nos contaron esas historias y siempre hemos creído que allí estuvieron los moros."      

Ahora es simplemente un aprisco, un refugio para el ganado, y aquellas tierras que removieron hace mucho años, están ahora sepultadas bajo un manto de estiércol de ovejas.

Salimos una mañana de otoño de Parolix para remontar el arroyo de la Espinea por un sendero volado que siempre nos ha gustado. Sensación de soledad absoluta y un abismo hacia nuestra derecha que corta el aliento.

REPISA SOBRE EL ARROYO DE LA ESPINEA







Antes de llegar a ese cortado, nos sorprendió un cortijo, el de Arroyo Seco o Royo Seco. Un viejo nogal, un horno moruno, una era, una puerta entreabierta, una chimenea derruida que dejo de calentar hace muchos años; vasos, ollas y cacerolas por los suelos... y restos de un viejo tendido eléctrico.

CORTIJO DE ROYO SECO





¿Y como que había luz por aquí?- Le preguntaba yo al pastor. Me imaginaba una línea de postes que venía de lejos, desde algún punto, al estilo del que hay en las aldeas abandonadas de los Centenares y el Mirabete en la zona de Pontones.

"Pues no. En aquellos años trajeron unas máquinas o algo así y las colocaban en el cauce de los arroyos. Aquí se ponían en la Espinea. Funcionaban y hacían luz. Cada cortijo tenía una o se agrupaban algunos para compartir una máquina de esas. Era un auténtico ingenio."  





Después de visitar el cortijo y de pasar la repisa sobre el arroyo de la Espinea llegamos a un extensa planicie donde se nos aparecen multitud de cortijos a uno y otro lado del arroyo. Estamos en el inicio de los Huecos de Bañares y nos disponemos ahora a subir por los campos abandonados camino de la Cabeza la Mora. Me sorprende una encina cargada de "racimos de uva".





"Aquí se plantaban muchas hortalizas. Bancales de lentejas y habichuelas; también se plantaban patatas, se ponían tomates. Mucho trigo. Ahora hay muchos pinos pero antes no había ni la mitad. La gente trabajaba para comer y es lo que había."

Ahora solo hay hierba, cardos, algún níscalo y setas  de este otoño lluvioso, nogales abandonados. Los parrales se confunden con los arboles que les rodean. Crecen de forma selvática. Caen los racimos como lágrimas por las ramas de las encinas y de los nogales.

Mientras me quedo mirando las uvas, un pastor nos sorprende.

 - Buenos días ¿como va el día? - Le pregunto con educación pensando en que tal vez estamos husmeando por sus terrenos.
 - Bien, bien. Pues por aquí. Voy para arriba, para ver como tengo el ganado. Mañana me han dicho que hay una montería de jabalí y quiero tener controlado el rebaño; por si acaso, digo yo.
 - Pues nosotros vamos también para arriba. Para la Cabeza de la Mora, pero sin llegar a ella. En el collado nos bajaremos en busca de nuevo de Parolix. De allí venimos. A ver si acertamos.
 - Y por donde habéis venido - me pregunta el pastor intrigado.
 - Pues por una senda que va por encima de la Espinea hasta el Cortijo de Royo Seco y después por la repisa.
 - Vaya. Pues no conozco esa senda desde Parolix. Iré un día por allí para buscarla. Pero os puedo acompañar para arriba si queréis, sin ningún compromiso, si os apetece claro - nos dice el pastor
 - Pues vale. Seguro que aprendemos cosas. - Tampoco iba a decir que no, desde luego.

Y así, poco a poco, empezamos a subir camino del Cortijo de las Lagunillas, junto a las impresionantes paredes del Loma Rasa. Bajo la tamizada luz que filtraban las hojas amarillentas de viejos nogales comenzamos a hablar de como era la vida de estas gentes; de como podían llegar a tener luz, de como cultivar lo indispensable para poder comer, en definitiva de como vivir.

PAREDES DEL LOMA RASA



CORTIJO DE LAS LAGUNILLAS



"Pues el cortijo de las Lagunillas era de unos parientes míos. Me contó mi tío una vez que en tiempos de guerra, estaban atendiendo el parto de una de las vacas. Se hizo de noche y la vaca no paría. Venga y venga a tirar y no salía el cherro. Cansados se fueron a dormir pensando en que moriría la vaca del mal parto que venía. Al levantarse al día siguiente, fueron a las cuadras y no estaba ni la vaca ni el cherro. Salieron fuera y a unos pocos metros la vieron totalmente abierta en canal. A los pocos días se enteró de que en esa noche pasaron una cuadrilla de rojos, de esos que iban quemando iglesias; se llevaron el choto recién nacido. Te lo cuento porque tanto los unos como los otros hicieron mucho daño, no unos más que los otros como ahora salen diciendo por la tele de que buenos eran unos y que malos los otros"

El pastor me contaba esa historia de la sus antepasados durante la Guerra Civil. Yo le decía que en una guerra no hay ni buenos ni malos. Seguramente tendría algo clavado en el alma. Quien sabe.

"Y es que por aquí vivía mucha gente. Más de la que te imaginas. Todos los cortijos estaban habitados. Siempre había una mujer que hacia de matrona y que se encargaba de los partos de todas las mujeres de la zona. Porque aquí se paría en los cortijos, como las vacas y las ovejas. Y menos una mujer que al final se murió durante el parto pero la hija que tuvo no; yo no recuerdo en sesenta años a nadie que se muriera por esa razón".

- ¿Y cuando la gente se ponía mala, que hacíais?

"Pues a lomos de una caballeriza y para Yeste o para Segura de la Sierra. Habían malos caminos y carreteras y muy pocos coches"

VIEJO COCHE EN EL CORTIJO DE LA CABEZA DE LA MORA



Subíamos bajo las sombras de los chopos y nogales en busca del camino real. Así lo llamaba el pastor. El año pasado anduvimos por aquí y nos fuimos hacia las paredes del Loma Rasa para ir remontando la pendiente. Esta vez íbamos en busca de una vieja vereda semiperdida, desaparecida en muchos tramos entre zarzales y arbustos. Un viejo camino que de forma elegante nos llevaba ahora camino del collado.

"En este llano que hay aquí, nos juntábamos todos los críos de los cortijos para pasar el rato. Era nuestra diversión. Algunos traían algunos animales. Otros traían cigarros y nos entreteníamos fumando y hablando hasta que se hacía de noche. Los mas mayores contaban los días que le faltaban para ir a la mili. Sería la primera vez que saldrían de estos contornos de verdad y no solo a Yeste o a Santiago de la Espada que era lo más lejos que habían salido de sus casas."

Íbamos cogiendo altura poco a poco hasta que llegamos a un hito de piedras donde todavía quedaban restos de la mampostería que sostenía algunos de los pasos que hacía por aquí la vereda.

"Esto no es un hito. Es una marca de linde de tierras. De aquí para abajo y luego hacia allá, es mío. Yo llego hasta la Cabeza de la Mora, hasta la cruz que hay arriba. Todo eso son terrenos míos y con escrituras. Y los restos que hay aquí de la senda los reparamos mi hermano, un vecino y yo hace ya años; porque la Junta de Andalucía daba dinero para reparar antiguas veredas pero ya no y es una lástima. Además, hubo una vez una boda muy importante en uno de los cortijos hace muchos años. Trajeron cerveza y vino y muchas bebidas y comida desde la cortijada de Besiges que está más cerca de la carretera. Los llevaron a los Huecos de Bañares con muchas caballerizas. Una reata enorme de animales que se cargaron toda la senda".

CORTIJO DE LA CABEZA DE LA MORA





Quedaba ya poco para llegar al collado, donde nuestros caminos se separaban. Al poco pasamos por la Cueva de la Mora donde una osamenta de alguna oveja muerta guardaba la entrada al ahora convertido redil. 

"En este aprisco me he cobijado muchas veces cuando había tormenta. Dicen que aquí se encontró un tesoro que se llevaron hace muchos años. Y el Collado de ahí arriba me ha costado pasarlo en invierno ya que ha habido veces que el viento y el frío era tan fuerte que te tiraba para atrás. Ahora que en verano, sino quieres refrescarte, súbete aquí y verás."

Al final llegamos al collado. Una ligera brisa helada impropia de este raro mes de octubre me daba en la cara. Mientras mirábamos el imponente paisaje que nos rodeaba, el pastor, con esa mirada de lince que esta gente tiene de manera innata, localizaba su rebaño en las faldas de la Cabeza de la Mora. Pero también unos caballos que habían en la cima del Loma Rasa y que eran de un vecino de Parolix y un ciervo, que solo veía él porque yo no llegué a verlo, en un raspa que había enfrente de nosotros.
Y con esa misma agilidad que tenía en la mirada, salió raudo como el viento, loma arriba en busca de su rebaño no sin antes despedirnos con un fuerte apretón de manos y con la promesa de que volveríamos a vernos para seguir charlando de viejos tesoros de moros y de viejas historias.




domingo, 15 de octubre de 2017

CALAR DE LA CABEZA DE LA MORA

Calar de la Cabeza de la Mora desde Parolix por el Arroyo de la Espinea

Octubre de 2017.

Esto del cambio climático parece que va en serio. Ya llevamos unos años donde se ha impuesto una nueva estación el "veroño", es decir, una prolongación del verano hacia el otoño que cubre los meses de octubre y noviembre y donde parece que no hemos salido de la eterna canícula.
Parece increíble que hace tan solo cuatro o cinco años alcanzáramos los registros de precipitación más espectaculares que se recuerdan en la cuenca del Segura (os acordareis de que incluso en el Embalse de la Fuensanta el agua llegó a alcanzar la cota de los aliviaderos) para llegar al punto de que actualmente estamos sumergidos en una sequía que dura ya dos años, donde ese mismo Embalse de la Fuensanta está totalmente seco y donde el nacimiento del Segura también se ha secado; cosa que no pasaba desde la década de los noventa.
Así con todo, decidimos hacer esta espectacular ruta sabiendo que nos encontraríamos un monte con la vegetación totalmente agostada y con muy poca agua. Con alguna que otra reseña sacada de wikiloc y con la lectura de la web Montañas del Sur iniciamos este recorrido.

La ruta parte desde la Aldea de Parolix. Este es el último pueblo de Albacete, justo en la frontera con Jaen y donde el propio cauce del arroyo de la Espinea es el que sirve de línea divisoria imaginaria; como si a las cabras y a los serranos le importara mucho eso.

Curiosas paredes nos acompañan al inicio de la ruta


Cruzaremos el puente sobre el Arroyo de la Espinea para introducirnos en un carril a nuestra derecha por el propio cauce del Arroyo de la Espinea. Al poco tiempo, veremos a nuestra izquierda una fuente con un grifo y una vereda que allí termina y que será el punto por el que regresaremos a la vuelta.
El camino pronto termina y pasa a ser un difuso sendero que va picando hacia arriba, ganando poco a poco altura sobre el Arroyo de la Espinea que todavía lleva un exiguo caudal.
El avance por este tipo de terreno es complicado ya que la maleza y los arbustos dificultan el paso teniendo que utilizar los bastones o las manos para ir quebrando ramas secas, zarzales y demás familia.

Seguiremos avanzado, siguiendo unas tiras rojas de tela que alguien ha colocado para balizar el recorrido en esta parte hasta alcanzar una pista, también devorada por la maleza que nos llevarás hasta el fotogénico Cortijo de Hoyo Seco, situado en un espolón sobre el propio Arroyo de la Espinea.




Justo enfrente de este cortijo veremos en la otra vertiente los restos del Cortijo de los Centenarejos, la pista que sube a los prados de Juan Ruiz y detrás de todo esto la imponente mole del Calar de la Sima.

Si nos fijamos hacia arriba, en el Arroyo de la Espinea, observaremos unos paredones que parecen cortar el paso de la dirección que llevamos. Hacia allí nos dirigiremos, primero por un camino entre imponentes encinas centenarias para luego pasar a ser un sendero difícil de seguir por la maleza que nos llevará a dichas paredes. Ahora descenderemos un poco para colarnos hacia nuestra izquierda por una espectacular repisa colgada sobre el arroyo. Es posiblemente la parte más espectacular del recorrido.

Lo que llevamos recorrido del arroyo de la Espinea.


Entrada a la repisa






Esa es la repisa por la que hemos pasado. Aunque parezca mentira hay paso.


Los pasos no son difíciles pero hay que extremar la precaución, sobre todo si lo cruzáramos con terreno mojado, con hielo o nieve.
Nada más salir de la cerrada, el valle se abre teniendo justo enfrente de nosotros los llamados Huecos de Bañares que nos llevarían a la cuenca alta del río Tus y el paso hacia la zona de Siles.
Giraremos ahora hacia nuestra izquierda remontando los terrenos de labor para llegar ahora al Cortijo de los Lagunillos (según mapa Alpina); el cortijo de la Espinea quedaría más abajo, en el cauce del arroyo.

Puntal de la Espinea detrás de los chopos.



Cortijo de los Lagunillas



Comienza ahora un tramo de ascenso bastante duro. Nos dirigiremos hacia las paredes que conforman el Loma Rasa para buscar primero un senderillo que sube pegado prácticamente a las paredes para luego transformarse en una vieja vereda que nos depositará en el Portillo de la Espinea.

Al fondo,los Huecos de Bañares camino del Portillo de la Espinea.


En este punto, y viendo lo que nos quedaba, el calor que hacia y la ausencia de viento, comenzamos a percatarnos de lo duro que sería la vuelta. En plenas horas centrales del día, el sol nos castigaba furiosamente por lo que solo quedaba colocarse en modo ahorro y seguir avanzando con paciencia camino del Calar.

Puntal de la Espinea


Desde el Collado ya divisamos la impresionante mole del Puntal de la Espinea, y toda el camino de vuelta; recorrido por el Calar de norte a sur, bajada al collado y luego buscar sendas y pistas para volver a Parolix.

Camino del vértice geodésico en Las Majaicas 1.646 metros.


El recorrido por el Calar es fácil. Pasaremos por una cota coronada con una cruz de hierro para luego dirigirnos sin perder ni ganar altura hasta el pico situado en el lado sur del calar. 
Las vistas son innumerables. Podríamos enumerar multitud de montañas y cimas pero me quedo con todo el bloque del Calar del Cobo con su Puntal de la Misa, el Calar del Espino, el Mentiras, el Puntal de Rodas, la Molata de los Almendros y el Cerro de Miller.

Inicio de la bajada en busca del Collado de la Cabeza de la Mora.



Para la bajada, avanzaremos por toda la arista en dirección este para buscar el Collado de la Cabeza de la Mora, donde tomaremos una pista primero para luego coger algunas trochas y senderos semiperdidos entre terrenos que parecen ser que se quemaron hace ya años y que nos situarán en una nueva pista rodeados de madroños que nos llevará al Cortijo de Besiges. 
Aunque parezca que a partir de aquí ya solo nos restará seguir bajando por pista, nada más lejos de la realidad. Estamos sobre el Arroyo de la Cabeza de la Mora y todavía tenemos que pasar otro valle, el del Arroyo de los Asperones para llegar definitivamente al de la Espinea.
Abandonaremos la pista por una senda que corona un collado y que baja al nuevo valle, el de los Asperones. Ahora estamos rodeados de olivares. Y como nos ha pasado en el caso anterior, volveremos a abandonar la pista para coger otro sendero semiperdido que corona un nuevo collado, pasando por algún que otro campo de olivos para situarnos, ahora si, sobre el valle del Arroyo de la Espinea.
Una tranquila bajada por pista pensando en las cervezas que nos íbamos a tomar nos llevará de nuevo al punto de inicio justo al lado de la fuente que habíamos comentado.